COLOMBIA, EN QUIEBRA


Por Jaime Restrepo Vásquez

El ciudadano común pasa por encima de las noticias relacionadas con Ecopetrol, pues ignora que de los recursos de esa empresa salen, en buena medida, los dineros para programas sociales, inversiones en infraestructura, salud y educación.

Cuando Petro se queja por la falta de dinero, olvida que él decidió someter a Ecopetrol a un proceso de destrucción y saqueo, pues no solo ha impedido, repetidamente, la exploración y explotación de hidrocarburos, sino que ha buscado como sacarle los decrecientes ingresos a través de triquiñuelas legales.

Seamos claros: usted y yo dependemos de la buena salud de Ecopetrol: si la estatal petrolera está bien, el Estado cuenta con unas finanzas fuertes para subsidios, carreteras, puentes, justicia y seguridad, además de las regalías para las entidades territoriales. Por el contrario, si la salud de Ecopetrol es mala, no hay de dónde sacar para atender la cuadriplejia social de los subsidios, se frenan obras como el Metro de la 80, se desfinancia el aparato judicial y se recortan dramáticamente los recursos para las Fuerzas Armadas.

Así las cosas, que los ciudadanos estemos pendientes de Ecopetrol es, en la práctica, cuidar las finanzas personales, pues ya lo hemos visto durante este gobierno, cuando la petrolera está mal, buscan desesperadamente como sacar el faltante del bolsillo de todos los colombianos.

Si a lo anterior se agrega una pésima administración como la actual, un gobierno derrochón que gasta a manos llenas en sus compinches y en vanidades, que hace crecer el clientelismo y que, encima de todo, se endeuda en 30 billones de pesos en solo un mes, pues la tentación desesperada de Petro es buscar la forma, por las buenas o por las malas, de asaltar la billetera de los ciudadanos.

Internacionalmente, las alarmas están encendidas. El mundo financiero tiene la lupa sobre Ecopetrol, pues son factibles algunos retrasos significativos en materia de transición energética y expansión de infraestructura además de la disminución —que ya es evidente— de los ingresos por explotación, producción o reservas petroleras. En este sentido, Ecopetrol reportó una caída en sus ganancias del 46,4 % en el más reciente reporte, es decir, prácticamente la empresa ha reducido a la mitad sus ingresos.

De hecho, si se compara el precio de la acción de Ecopetrol en 2022 con el actual, encontramos que la acción ha perdido el 51 % de su valor, mientras que otras petroleras como Exxon (84 %), Chevron (31 %) y Petrobras (5 %) han incrementado el precio de sus acciones durante el mismo periodo de tiempo.

Así las cosas, el panorama de Ecopetrol es crítico y esto, no lo dude, implica que sus finanzas también enfrentan un futuro desalentador, pues de seguro el próximo presidente tendrá que hacer serios ajustes, esforzarse por revertir el daño reputacional y económico que Petro y su compinche Roa le han hecho a la empresa y además, enfrentar el descontento social que resultará de poner los pies en la tierra sobre las deterioradas finanzas públicas.

Ojalá fuera solo Ecopetrol. La realidad es que el desastre financiero del actual gobierno se refleja también en el endeudamiento, pues en total, desde 2022 hasta la fecha, Petro ha endeudado al país en 330 billones de pesos, es decir, una cifra diez veces superior al crédito que contrajo Iván Duque durante la pandemia.

La hecatombe económica es monumental. Sin embargo, todavía hay tres millones de ignorantes descerebrados que creen que todo va bien y renuevan su voto de confianza por el desastroso proyecto político de Petro… ¡Así o más estúpidos! 

 

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