Por Jaime Restrepo Vásquez
«Honorables representantes: de ninguna manera me retractaré. Ello no va a suceder». Con esta introducción, Álvaro Leyva entregó un documento con su testimonio en el que deja muy mal parado a Petro.
Leyva Durán es un tipo curtido en las lides jurídicas, pues ha enfrentado numerosos procesos que lo han convertido en un hombre experimentado y difícil de acorralar. El ex canciller no es un mocoso de esos a los que Petro amedrenta con un par de baladronadas. Al contrario: cada ataque envalentona más al ex canciller y lo lleva a ser más punzante y hostil.
De hecho, el documento de Leyva, presentado ante la Comisión de Acusación el pasado 29 de julio, incluyó detalles precisos sobre fechas, lugares y comportamientos irregulares del presidente en el exterior.
No obstante, lo que debe tener a la guardia pretoriana del presidente al borde de un ataque de nervios es que Leyva hizo varias solicitudes que pueden enredar, aún más, a Petro, como la de nombrar a un perito en lingüística forense para que estudie todos los discursos del presidente desde que asumió el cargo. Esto, aseguró el ex canciller, con el propósito de identificar incoherencias, contradicciones o inconsistencias.
Admitámoslo: más allá del tedio de oír las peroratas de Petro, el perito encontrará fácilmente, y en abundancia, todo aquello que solicita Leyva. Sin embargo, el ex canciller fue más allá y pidió que el informe del perito sea remitido a un psiquiatra forense para que evalúe la salud mental del presidente y así determinar si existen condiciones de insania mental que afecten su capacidad de juicio, discernimiento y ejercicio de sus funciones.
Esto último resulta interesante, pues en el Senado de la República fue radicada por la Scientific Academy Foundation – SAF y Defensores por Colombia, una solicitud de evaluación médica para que, en cumplimiento del artículo 194 de la Constitución, se evalúe la condición mental de Petro y, por consiguiente, se determine su permanencia en el cargo.
Para completar, Leyva pidió una copia íntegra de la historia clínica de Petro para verificar su estado de salud y los tratamientos médicos recibidos durante su mandato, además de pedirle a la Comisión que se ordene la realización de pruebas toxicológicas para detectar la presencia de sustancias psicoactivas o medicamentos que incidan en el comportamiento errático del presidente.
Si Petro tuviera una pizca de decencia y honor, levantaría la reserva y tomaría la delantera al practicarse algunos exámenes y así despejar las enormes dudas que existen sobre su salud mental… Pero eso es pedirle peras al olmo.
El documento de Leyva es contundente. Además de adjuntar una tabla con 82 incumplimientos presidenciales, incluyó testimonios de personalidades como Ingrid Betancourt y Carlos Alonso Lucio.
Lo cierto es que una vez Leyva fue a la Comisión de Acusación, las huestes petristas estaban felices, pues un falso informe, de esos que disfrutan los troles de Petro, aseguraba que el ex canciller se había retractado de los señalamientos contra el presidente.
Pero la estupidez tiene un precio y el creer las mentiras de los influenciadores corporativos con moral tercerizada de Petro termina siempre en una profunda decepción para quienes todavía defienden al impresentable hampón que ocupa el solio de Bolívar.
Se comieron el cuento de la retractación de Leyva y ahora, humillados por ser idiotas útiles de los propagandistas de Petro, tendrán que esconderse detrás de alguna disparatada justificación de esas que no se sostienen ni a la fuerza.
La realidad es que Leyva no solo no se retractó, sino que enfiló sus baterías contra la salud mental de Petro.
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