Por Jaime Restrepo Vásquez
El año pasado, Daniel Quintero Calle sugirió, en su cuenta de X, que Federico Gutiérrez se iba de revocatoria.
El pronunciamiento pasó de largo, pues son contados los que le creen al renunciado exalcalde de Medellín. Sin embargo, la intención de las fuerzas petroquinteristas fue anunciada y no hay que dejarla en el aire, pues ellos pasan con facilidad del dicho al hecho, por lo menos en materia de caos y anarquía.
No obstante, hay dos hechos a los que hay que ponerles la mira. El primero es que un excandidato al Concejo, obviamente del extinto partido Independientes, está anunciando la recolección de firmas para revocar a Gutiérrez.
El personaje, un delincuente que hizo su campaña a partir de la calumnia y la injuria — relacionando al actual alcalde con la Oficina de Envigado— ahora está concentrado en hacer escándalo con una supuesta revocatoria.
Lo importante de la acometida petroquinterista liderada por un baboso que no obtuvo ni dos mil votos, es que dicha iniciativa no parece personal y es la continuación de la campaña sucia de 2022 para desprestigiar a Federico Gutiérrez, esta vez como alcalde de Medellín.
De hecho, es un ataque revanchista, una venganza por la revocatoria social que le impusieron al petroquinterismo en Antioquia. Es más: de no ser por la corrupta posición de César Abreu en el Consejo Nacional Electoral, la revocatoria contra Quintero hubiese expulsado a patadas a la banda criminal que atracó a Medellín.
Así las cosas, como se ha visto en Bogotá y en otras ciudades del país, el mecanismo de revocatoria es la oportunidad para que los perdedores y los viudos de poder cobren venganza por la revocatoria que intentaron contra ellos.
El segundo hecho, que no es aislado, es el anuncio de Petro de suspender las transferencias para la construcción del tranvía de la 80.
El cálculo del petroquinterismo es que la suspensión de ese proceso, bien enredado por cierto gracias a las triquiñuelas de Quintero y su banda de hampones, podría dinamitar la imagen de Federico Gutiérrez y abrir el escenario para una revocatoria vengativa.
Es de tal magnitud la apuesta que el propio Petro ha dicho que la actual administración incumplió el acuerdo al cambiar los estatutos de la empresa Metro de Medellín, en esa tara moral que padece el presidente de culpar a todo y a todos de sus fracasos y disparates.
En realidad, son puras justificaciones del presidente para castigar, una vez más, a Medellín y a Antioquia por el rechazo prácticamente unánime tanto a Petro como al hampón exalcalde.
La realidad es que plata sí hay, lo que pasa es que está siendo destinada a aceitar la maquinaria clientelista del Pacto Histórico con contratistas y burocracia inútil. Entonces, en lugar de ejecutar y gobernar, Petro decidió cultivar «corbatas» que le aseguren unos cuantos votos en 2026.
Así las cosas, los delirios del delincuente excandidato al Concejo y la decisión del gobierno Petro no son asuntos aislados: obedecen a un intento por dinamitar la popularidad de Federico Gutiérrez y abrir el escenario para que llegue otro combo delincuencial de la cuerda de Los Alpujarros para emprender un segundo saqueo de Medellín.
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