Por Jaime Restrepo Vásquez
No puedo imaginar a alguien más idóneo para ser el jefe de Despacho de Petro que Alfredo Saade. Él es perfecto para ese cargo, teniendo en cuenta los estándares que se manejan en el gobierno «del cambio».
Un tipo que es capaz de manosear al cristianismo con esa peligrosa visión antibíblica que mezcla la fe con el marxismo y el autoritarismo, demuestra que está dispuesto a cualquier maroma con tal de alcanzar el poder que cree merecer.
Justamente, esa mezcla disparatada de cristianismo con marxismo y autoritarismo fue la que predicó Jim Jones, el mismo sujeto que llevó al suicidio a más de 900 personas en Guyana en 1978, según dijo, para protestar contra el imperio norteamericano: ¡imagínese el grado de peligrosidad de un individuo con esa mentalidad!
De hecho, es de suponer que el video en el que atacaba sin piedad a una pelota de caucho para matar al coronavirus fue la carta de presentación que satisfizo a Gustavo Petro, pues semejante personaje, tenue en lo intelectual, en lo emocional y sobre todo en lo moral, es el típico lameculos que obedece sin chistar y adula para demostrarle sumisión al ídolo que tiene como jefe.
Saade sabe que su liviandad no le permite aspirar, con sinceridad, a ningún cargo que requiera una mínima dosis de raciocinio y ética y por eso vio en Petro la oportunidad de tener su cuarto de hora para luego poner en su hoja de vida que fue funcionario de primer nivel en algún gobierno… ¡Claro, si alguien tuviera la pésima idea de contratarlo después del 7 de agosto de 2026!
Pero el hecho de que sea un adulón no le quita el peligro que representa. Al contrario: Saade está dispuesto a defender al costo que sea a su amo, y por esa senda ha demostrado que puede emprender o secundar cualquier aventura totalitaria como el cierre del Congreso, la censura de medios y la asamblea constituyente, todos disparates que replica con tal de satisfacer su enorme ambición y esa visión de superioridad que parece, en realidad, un profundo complejo de inferioridad.
Una dictadura de Petro, como la que plantea continuamente, le sería muy útil, pues quedaría enchufado en la élite robolucionaria durante años o décadas. Además, sabe que sus deficiencias morales, académicas e intelectuales son garantía de que Petro jamás lo verá como una amenaza, pues es alguien mucho más mediocre e ignorante que el líder intergaláctico.
Lo anterior, a los ojos de Saade, es una tremenda ventaja, ya que Petro no lo purgará fácilmente de su entorno al percibirlo como alguien que no le hará sombra, que es el mayor temor de los mediocres y brutos con poder, como es el caso del mandamás de la Casa de Nariño.
Realmente, es difícil encontrar un mejor candidato para ser funcionario de Petro. Es más: uno lo podría imaginar en algún ministerio como el del Interior o en la Cancillería —¿por qué no? —, o en una embajada en Venezuela en Cuba o en Nicaragua, en donde podría ver con sus propios ojos las «maravillas» que anhela imponer en Colombia.
Pero con esa calidad humana e intelectual, difícilmente cambiaría su impostura de llamar malo a lo bueno, como ya se vio durante su visita a Venezuela, en donde se desperdigó en elogios para la dictadura y alabó las bondades de un régimen que ha asesinado, perseguido y torturado sin piedad a cualquiera que se atreva a cuestionarlo.
Evidentemente, Saade, el lameculos de Petro, anhela que su amo de un paso al frente e instituya de una vez por todas una dictadura al estilo chavista en Colombia: a eso fue a Caracas, entregando la cuota inicial del desvarío: la zona binacional.
Comentarios
Publicar un comentario