LA CORTE LE DIO UN PORTAZO EN LA CARA A PETRO



Por Jaime Restrepo Vásquez

Toda acción tiene consecuencias. Al parecer, el único individuo con uso de razón que ignora deliberadamente esta verdad es Gustavo Petro, quien sigue actuando, con esa actitud matonesca que siempre lo ha caracterizado, como si rigiera los destinos de una monarquía y no de una democracia.

Eso de soltar la lengua de más al dejarse llevar por los impulsos primitivos y no por la razón, termina pasándole factura a cualquier ser humano. Como lo dijo el excanciller Leyva, «Petro perdió los estribos» y cada día eleva la pugnacidad como único salvavidas para su insignificante paso por la Casa de Nariño.

La lista de peleas cazadas es larga: con las altas cortes, con el Congreso, con los gremios, con los bancos, con los empresarios y con la ciudadanía que, legítimamente, ha gritado con furor el coro «celestial» ¡fuera Petro!

Es tan larga la lista de víctimas como de adjetivos: HP esclavistas, ricos y asesinos, narcotraficantes, negro conservador, defraudadores de la voluntad popular, golpistas, pérfidos, censuradores y decenas de epítetos de los cuales, muchos rayan en los tipos penales de calumnia e injuria.

Es que Petro, en aras de enardecer los ánimos y lograr el caos que requiere con urgencia para establecer la dictadura que anhela, ha disparado, como cualquier sicario moral, sus balas verbales envenenadas contra todo y contra todos los que, de alguna manera, han echado por tierra sus caprichos presidenciales.

En semejante escenario, las consecuencias comienzan a aparecer sin prisa pero sin pausa. La más reciente fue la decisión de la Corte Suprema de Justicia de posesionar al magistrado Víctor Julio Usme en el Palacio de Justicia y no invitar al acto al presidente.

Históricamente, los nuevos magistrados se posesionan en la Casa de Nariño, pero la pugnacidad de Petro no solo con el poder judicial sino con la Constitución y la ley —amenazando abiertamente con un autogolpe técnico convocando la consulta popular—, ha despertado tal desprecio y malestar entre los magistrados que el asunto fue debatido en sala plena y la mayoría votó por abstenerse de invitar a Petro a la investidura del nuevo magistrado Usme.

El matón de barrio, tarde o temprano recibe su merecido. Eso le está pasando a Petro, que ya es despreciado, abiertamente, por los poderes legislativo y judicial. Con el pasar del tiempo, el Congreso y las altas cortes han radicalizado sus posiciones, no por generación espontánea sino como consecuencia de las arbitrariedades cometidas por el actual presidente, o las que dice que va a intentar.

Así las cosas, el mensaje enviado a Petro por la Corte Suprema es de suma importancia, pues en la práctica, es una ruptura institucional de los poderes públicos en Colombia, como resultado de las andanadas de Petro contra todas las instituciones o personas que le incomodan o se oponen a sus desvaríos totalitarios.

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